29 abril, 2009

Un rescate color púrpura

Siento el miedo rozando mi piel
La noche susurra lamentos
Mirando al vacío pierdo la razón
E imagino un instante tu voz.


Una distracción, una distracción eso era todo lo que necesitaba... pelear con los guardias era inconcebible, un plan que debía eliminarse, eran demasiados y permitir que me atrapen no era una posibilidad.

¡¡Maldición!! Nadie toma la iniciativa, lo único que hacen es discutir... ¡¡Al diablo!! Solo hay una forma – ¡¡Rata!! ¡¡las cortinas, rápido!!! – tardó unos segundos en reaccionar, pero al parecer la vida en las calles había incubado algunos instintos en el ladronzuelo, que tras una mirada en las botellas de licor que sostenía en mis manos arranco las cortinas y tapices de un tirón. – ¡¡Rata!! El noble – una sonrisa macabra y de satisfacción se marco en su rostro, aparentemente no iba a ser el único en disfrutarlo.
El cuerpo choco contra el piso dando un golpe seco contra las lajas del pavimento, los guardias se amontonaron a su alrededor. Todo salía según lo planeado. La formulación de algún plan intrincado por parte de los restantes integrantes del grupo quedo eliminada, ahora solo había un plan a seguir, huir. Las cortinas embebidas en alcohol flamearon al viento ardiendo en llamas con las antorchas de los guardias.

Ya no importaba si los demás seguían mis pasos o no, era el momento. No había nada más por pensar, solo tomar carrera y saltar. La alerta de los guardias no tardó en llegar, no importaba, tenía que continuar, no me capturarían de nuevo. Un golpe en la pierna seguido de una punzada intensa desequilibró la caída quitándome el aire; afortunadamente el agua del canal amortiguó el golpe y la densidad de la misma evitó nuevos disparos. Solo quedaba desaparecer – Debo dejar de ayudar a este grupo de incautos, la suerte no me acompaña cuando estoy junto a ellos – alguien emergía del canal, era Ro’erth. Seria más fácil ocultarse entre las sombras y continuar solo, el tosco guerrero arruinaría todo muy fácilmente. Además necesitaba meditar, que me había pasado esta noche, que me llevo a tantos problemas. – ¿Me estaré ablandando? ¿Será el momento? ¿Tendré que regresar?... ¡¡No!! Imposible, tengo que olvidarme de eso, a esta altura solo... ¡¡Maldición!! ¿Qué me esta pasando?, no puedo evitar pensar en... Esta niña malcriada siempre me trae problemas... ¡¡La Bota Perdida!! ¿Qué hago en la puerta de la taberna? No era mi intención, hasta mis piernas me traicionan… bien, si eso es lo que quieren...

El tabernero no había terminado de llenar el jarro de cerveza cuando las noticias de lo sucedido comenzaron a dispersarse por la taberna, los rumores eran dispares, fantasiosos y llegaban a montones, pero algo quedaba claro, los habían capturado y la muerte seria su sentencia – Matamos al sucesor de la reina – y en gran parte fue mi culpa – ¿debo ayudarles?... estoy vivo, ¿por qué poner en peligro mi vida por ellos? Puedo escapar fácilmente de la ciudad y olvidarme de ellos, evitar problemas.
La voz chillona de la sobrina del tabernero me hizo caer por un momento a la realidad, estaban cerrando, sería mejor descansar un rato, eso ayudaría a aclarar un poco las emociones que estaban confundiendo mi mente.

La noche no iba a tranquilizarse, la guardia recorría el lugar, gritos lejanos e incomprensibles llegaban hasta la posada acompañados de un leve resplandor rojizo que se negaba a abandonar las pocas nubes de aquélla noche que se ponía cada vez más fría. –la puerta de la taberna!, alguien entró!... ¿Será uno de ellos? ¿Será la guardia? ¿Habrán seguido mis pasos? – sea quien sea, lo mejor sería tener una salida cercana - El posadero – ya estaba amaneciendo.
El fuego ya estaba encendido, el aroma de pan horneado comenzaba a inundar la sala, sería mejor aprovechar un poco ese calor, entre la preocupación todavía llevaba la ropa húmeda por la sumergida de la noche.

Era imposible olvidarlo tan fácilmente, matamos al sucesor de la reina, maté al sucesor de la reina y ni siquiera voy a recibir una paga por ello, solo la muerte de mis compañeros. El golpe del cerdo contra el pavimento había sido placentero, sin embargo... Hay guardias en la sala, no puede ser, no los vi entrar... me están buscando… no, no es a mi... no me prestan atención, la puerta está libre, tengo posibilidades de escapar en caso de ser necesario, pero no era yo su objetivo. Un mercader regordete, o al menos eso parecía estaba señalando a la escalera, la escalera, donde estaban Ro’erth y Lylwyn. ¡¡Ro’erth y Lylwyn!! Estaba en la posada, y los guardias ya se dirigían hacia ellos, podría atacarlos, entre los tres podríamos desprendernos fácilmente de los guardias, apenas eran 2 de ellos. Uno de los guardias dio la alarma y en cuestión de segundos la sala estaba llena de ellos, la sorpresa de un ataque veloz ya era inconcebible, sería mejor no hacer nada, cualquier movimiento dejaría al descubierto mis intenciones y eliminaría las posibilidades de no terminar contando los barrotes de una celda. – No señor, no los conozco.

***

La noticia la sentencia fue rápida y decisiva, los habían condenado a muerte. Era un buen momento para abandonar la ciudad, dejar que todo se calme, dejar a mis amigos librados a su suerte, amigos, ¿en verdad eran mis amigos? – ¡¡patrañas!! - solamente eran una buena compañía en la taberna, era lo único que podían ofrecer además de problemas. Tienen las habilidades necesarias como para escapar por su cuenta, ¿las tienen? Bueno, ya no son mi responsabilidad, ¿o sí? ¡¡Son unos niños idiotas!! – sería divertido sacarlos de ahí.


La maraña de criminales de la ciudad facilitaba obtener información, el gremio de asesinos y ladrones había crecido considerablemente logrando inmiscuir sus narices por todos lados, sin embargo muchas cosas había que tomarlas con cuidado, no todos eran de fiar, eran criminales, mentirosos embusteros. Afortunadamente la reputación de mis puñales, los de mi padre en realidad... permitían acceder a información confiable.

***

La oscuridad había sido mi compañera más de una vez, y esta no era la excepción, el hombre había pasado junto a mí sin siquiera notarlo, pero mi compañero no era tan hábil, lo habían descubierto y nuestra victima comenzaba a acelerar el paso. De todas formas no le serviría de mucho, ya era tarde, no podría escapar, su sangre mancharía las piedras del callejón en un instante, era un hombre inocente, un simple lavandero, no era necesario matarlo, pero algo me llamaba a hacerlo... el metal brilló en el aire - era un golpe sencillo, la hoja del puñal perforaría su corazón desde la espalda y su vida acabaría en segundo – la imagen de su hija en la lavandería me vino a la mente, su padre, mi objetivo, estaba a punto de morir, sin ninguna razón aparente, solamente para rescatar a mis amigos, para poder ingresar fácilmente a la prisión. Sin pensarlo el golpe se desvió, el pomo de la daga asestó en la cabeza del lavandero, no era necesario matarlo, debía controlar esos deseos asesinos.
Un golpe seco me regresó a la realidad, el cuerpo estaba desparramado en el pavimento y David ya le estaba quitando el delantal. Ahora solo quedaba entrar a la prisión.

La puerta trasera de la prisión no poseía una protección extravagante, no era necesario, los cuarteles de la guardia entera de la cuidad se desplegaban tras esas puertas, sin embargo si los datos proporcionados por Emiel, el actual líder del gremio o al menos la cara visible, eran correctos, tras la tosca puerta de madera frente a la que nos encontrábamos solo había un guardia. Si no cometíamos errores el resto de la guardia no sería problema.

La puerta se abrió, un guardia algo pasado de peso plantó una mirada de sorpresa y desconfianza en nosotros, por lo visto esperaba al pobre hombre que yacía tirado en un callejón.

- ¿Quiénes son? ¿Dónde esta Ivy?
- Señor, somos los nuevos empleados de Ivy, lamenta no haber podido venir en persona pero tuvo un pequeño accidente en la lavandería y se lastimo la espalda – el guardia nos examinó nuevamente con la mirada antes de permitirnos la entrada, sin embargo el cansancio que se denotaba en sus ojos supero a sus preocupaciones
- Bien, ahí tienen la ropa sucia – dijo el guardia señalando tres bolsones llenos de uniformes sucios - tienen que estar aquí por la mañana

A través de dos puertas situadas a la izquierda llegaba un leve murmullo de personas, sin duda el comedor y los dormitorios estaban al otro lado, a la derecha una escalera descendía hacia la oscuridad, sin duda los calabozos. Era necesario inutilizar al guardia sin que dé la alarma.
David estaba expectante tras la carretilla, el guardia mantenía un grado de desconfianza que iba en aumento que lo demostraba en la presión que ejercía sobre la empuñadura de la espada.

Una vez más la sensación del momento inundó todos mis sentidos, la sangre brotaba del estomago del desafortunado soldado, había sido fácil desenfundar una daga tras dejar el primer bolsón en la carretilla, el mismo había servido de cubierta para mi maniobra y un lanzamiento preciso había tomado por sorpresa al para entonces desafortunado cadáver. David se encontraba junto a él impidiendo que el mismo tocara el suelo y dejara una huella imborrable sobre la pared.
El cuerpo fue fácil de esconder bajo los montones de ropa, eso nos daría unos minutos más sin prevenir a la guardia…

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Este relato del Loco Tom es parte de una aventura que jugamos hace bastante y que integró una wiki creada para no olvidar lo que había ocurrido entre partida y partida. Se salvó de perderse en las papeleras de la web como el resto de la página, porque lo escribió Leo y tenía un back-up del relato.

La estrofa del principio, estribillo de "El último adiós" de Lándevir se la agregué yo pues me recuerda a ese escape (el estribillo, no la canción entera).

Más adelante compilaré los recuerdos que tengo más algo del Rata que Pablo guardó para contar lo que sucedió en la ciudad de Meriwyn, capital del reino de Llael en las tierras de Elaril.

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